Los europeos están admitiendo más rápido la locura del cero neto que sus pares estadounidenses.
El último ejemplo, quizás "víctima" sea más apropiado, es Humza Yousaf, quien renunció esta semana como primer ministro de Escocia. Esa región dentro del Reino Unido disfruta de amplios poderes descentralizados sobre sus propios asuntos, incluida la política climática. Una administración liderada por el Partido Nacional Escocés de tendencia izquierdista, liderada por el Sr. Yousaf, esperaba adelantarse al gobierno nacional en Londres en la reducción de emisiones de carbono.
Un informe reciente del Comité de Cambio Climático del Reino Unido señaló que Escocia se había quedado muy rezagada en sus objetivos climáticos. El gobierno tenía como objetivo reducir en un 20% la distancia total conducida por los automovilistas escoceses, en comparación con los niveles de 2019, pero no tenía un plan para lograr la reducción en la movilidad personal para la fecha límite de 2030.
El Sr. Yousaf hizo lo único que pudo hacer bajo las circunstancias: prácticamente abandonó el cero neto.
Lo desconcertante es que Estados Unidos va en dirección opuesta. El presidente Biden está avanzando con políticas agresivas de cero neto, como un mandato de vehículos eléctricos y vertiendo billones de dólares de dinero prestado del gobierno y del duro trabajo de los hogares en proyectos climáticos.
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